Receta sencilla y rica, ideal para que los niños, y no tan niños, coman calabacines, con esta receta seguro que van a repetir, de esta forma van a ser ellos los que os digan que la hagáis más a menudo. La he puesto a petición de varios integrantes de mi familia, que como los comían cuando mi madre los hacía, pues que no quieren perderse esta receta para hacerlos ellos. Así que os dejo con estos buñuelos, que como podéis ver en la foto dan ganas de comerlos.

Ingredientes:

1 calabacín mediano

2 huevos

Harina (sin gluten para los celíacos)

1 cucharada pequeña de levadura química

Sal

Aceite de oliva virgen

Azafrán o colorante alimentario (optativo)

Pelamos el calabacín, pero se puede poner con la piel, lo troceamos y lo ponemos a cocer con sal, como media cuchara pequeña rasa. Cocer hasta que esté tierno, se hace en pocos minutos, unos 5 minutos es suficiente, pero todo dependerá del calabacín. Lo escurrimos bien.

Por otro lado batimos los dos huevos, le añadimos un par de cucharadas tamizadas de harina, de momento ya que luego habrá que comprobar la consistencia, dos pizcas de sal y la levadura.

Añadimos el calabacín bien escurrido.

Aplastamos con un tenedor hasta conseguir una masa ni muy líquida ni muy espesa.

Añadimos el azafrán o el colorante y volvemos a mezclar. Comprobamos la consistencia y si vemos que el calabacín ha dejado la masa más líquida le añadiremos un poco más de harina. La prueba es fácil, cuando tengamos la sartén con aceite caliente (hasta la mitad de su altura más o menos y que no sea muy alta la temperatura, una temperatura media-alta) echamos con una cuchara una porción, si no se esparce y se queda toda la masa unida es que está perfecta.

Vamos friendo por tandas, no pongáis muchos buñuelos al mismo tiempo para que así la temperatura no baje tanto, se puedan dar la vuelta fácilmente y no se choquen unos con otros. Doramos por ambos lados. Una vez fritos se sacan sobre papel absorbente para quitar el exceso de aceite. Se sirven calientes.