Las magdalenas se encuentran habitualmente en los hogares de muchos para tomarlas en el desayuno o la merienda, son muy ricas y a todos les suele gustar. Es un bizcocho pequeño, hecho y presentado en molde de papel rizado, con los mismos ingredientes que el bizcocho en distintas proporciones. Ahora está de moda llamar a nuestras magdalenas (o madalenas, que se puede decir de las dos formas) muffins. Es algo que no llevo muy bien, no me gusta utilizar palabras extranjeras a las nuestras propias, y es que esta tendencia cada vez va a más, aunque si es verdad que ya digo unas cuantas, en fin …. Os dejo con el dato de que quizás se atribuye la palabra Magdalena a la cocinera Madeleine Paumier, que fue la creadora de este dulce.
Ingredientes (Salen unas 20-24 magdalenas):
200 g de harina
200 g de azúcar
160 g de mantequilla
5 huevos
1 sobre de levadura en polvo
Unas 8-10 gotas de aroma de limón o ralladura de 1/2 limón
1/2 de cucharada rasa pequeña de vainilla en polvo
Se pueden hacer con los clásicos moldes de papel, como en este caso, o bien con moldes metálicos o de silicona. Si se hace en los moldes de papel no es necesario prepararlos ya que trae su tratamiento, lo mismo ocurre con los de silicona, no son necesario hacerles nada, sin embargo a los metálicos sí que hay que hacerlo, se preparan igual que a cualquier otro molde ordinario, se encamisa, es decir, hay que untarle por todo su interior con mantequilla, margarina o aceite y después con harina. Una cosa a tener en cuenta es que las magdalenas no suelen subir mucho porque el papel da siempre algo de sí. Si se hacen en moldes metálicos esto no suele suceder, ya que al no poderse expandir hacia los lados no tiene más remedio que crecer hacia arriba.
Mientras se va preparando la masa de las magdalenas encendemos previamente el horno a 200ºC.
Batimos los huevos con el azúcar, hasta que quede todo bien mezclado.
Añadimos la vainilla y el limón, ya sea en ralladura (a mí me gusta más) o la esencia de limón. Y volvemos a mezclar.
Incorporamos la harina mezclada junto con la levadura, tamizándola con un colador.
Volvemos a mezclar hasta que esté totalmente integrada, hay que tener cuidado de no trabajar demasiado, hay que hacerlo con más suavidad a partir de este punto.
La mantequilla la derretimos previamente y la dejamos enfriar. La mezclamos con lo anterior, ha de quedar una masa homogénea.
Tapamos con film y dejamos reposar la masa durante 15 minutos en la nevera. También se puede poner esta masa en una manga pastelera para que así sea más fácil rellenar los moldes.
Colocamos los moldes en una bandeja de horno. Han de tener una separación entre ellos.
Rellenamos los moldes como 3/4 partes y los metemos al horno. Podemos poner dos bandejas al mismo tiempo. Mientras se va cociendo una tanda la masa debe de estar en la nevera.
Una opción es ir echando un poco de azúcar en cada magdalena antes de meterlas en el horno.
Vemos a través del cristal del horno como van subiendo las Magdalenas, no hay que abrir la puerta bajo ningún concepto o estás se hundirán.
Si ponemos dos bandejas hay que comprobar que ambas se doren por igual. Se juega un poco, una vez que haya transcurrido este tiempo, poniéndolas un poco con el gratinador.
Aquí tenéis unas ricas magdalenas. Recientes están muy ricas, pero se pueden guardar y conservar en un recipiente hermético durante 8 días.
No se por qué, pero nunca he sido muy devota de las magdalenas -a las cuales antes les decíamos ponquecitos y ahora muffins- y nunca las había visto con azúcar por encima. Sospecho que las chicas de ahora, adictas a la stevia y antiazucareras, les horrorizará.
Pero, como dices, hay que reconocer que es una forma de alimento muy socorrido, útil para el desayuno, la merienda o la lonchera