El pescado a la sal es una de las formas que más me gusta como queda, es jugoso, con todo su sabor y con el toque de sal justo. Eso sí, no hay que pasarse en la cocción porque entonces ya no estaría igual, pero todo va en gustos, así que todo dependerá de cómo os guste, solo consiste en darle un poco más de tiempo. Lo bueno además, es que se hace en el microondas, que supone un extra de comodidad, de tiempo (son super rápidas de hacer) y ahorro, amén de que no huele casi en la cocina a las sardinas. Estoy segura de que en cuanto las probéis las vais a hacer más veces.

Ingredientes:

Sardinas para asar

Sal para hornear

Aclarar dos cosas, primero que cuando compréis las sardinas deben de ser más o menos del mismo tamaño. Si acaso alguna es algo más pequeña se pondrán en la parte del centro, ya que el calor va de fuera hacia dentro. Y segundo, si la sal no está lo suficientemente húmeda hay que añadirle algo de agua, ya que entonces la humedad de la propia sardina será absorbida por la sal y pueden quedar saladas, esto suele ocurrir si la sal ya tiene mucho tiempo, o ha estado abierto mucho tiempo el paquete, recién comprada se puede ver que está como húmeda. Una vez aclarado esto pasamos a hacer las sardinas.

Ponemos en un plato una capa de sal, colocamos encima las sardinas. Que tienen que estar tal cual las hemos comprado.

Cubrimos con otra capa de sal, pero no se han de tapar ni la cabeza ni la cola de las sardinas, éstas han de quedar al aire. Presionamos un poco para que la sal se adhiera un poco más al pescado.

Metemos al microondas a máxima potencia durante 1 minuto y medio, o incluso un minuto si no son de tamaño grande. Se sabe si están hechas cuando se vean los ojos blancos.

Se retira la sal con cuidado y listas para degustar, como veis en la foto superior. Además la piel se despega perfectamente y el color que tiene la sardina  es perfecto, brillante, jugosa, en su punto. E igual se va despegar la carne de la espina.