O también conocida esta receta por «Huesos de San Expedito», pero en la zona de Extremadura se le dice «Huesillos», así es cómo los conocí, por mi suegra, hace ya muchos años de ésto, y con este nombre los seguiré llamando. Si es la misma receta no lo se a ciencia cierta, ya se sabe que en cada casa se hacen de una manera diferente, yo la he variado un poco con respecto a los que hacía mi suegra, creo que quedan más ricos, aunque eso lo tendrán que decidir los demás, pero esta es mi receta y para mi marido los mejores.
Ingredientes:
4 huevos
900 a 1000 g de harina
250 g de azúcar
125 cc de aceite de oliva suave frito y frío
125 cc de leche
25 a 50 cc de anís (según se quiera con más sabor a anís)
4 sobres de gasificante
1 cucharada de levadura en polvo
Ralladura de 1 limón
2 cucharadas rasas de anises
Cáscara de una naranja y de un limón (sin lo blanco)
Aceite de girasol
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Comenzaremos la receta poniendo el aceite de oliva en una sartén con las cáscaras de naranja y de limón y una cucharada de anises. A temperatura baja dejamos que se vaya calentando y cuando comience a freír se retira y se deja enfriar.
Seguidamente ponemos en un bol grande (yo utilizo un barreño pequeño para estos dulces) los huevos, el azúcar y vamos batiendo. Seguimos añadiendo el aceite que hemos frito y dejado enfriar colado, la leche, el anís, la ralladura del limón y el resto de los anises, que o bien los poneís tal y como son o bien los moleís, yo prefiero molidos.
Unimos la levadura en polvo, el gasificante y la harina y la vamos tamizando poco a poco y echando sobre la mezcla que tememos. Vamos mezclando poco a poco, primero con una cuchara de madera y después con la mano.
Ha de quedar una masa blanda, pero que no se pegue en las manos. Un truco es ir amasando con una sóla mano, e ir comprobando con la otra, cuando no se pegue la masa a esta última mano es que está lista. Con respecto a la harina a veces ocurre que dependiendo de unas u otras se necesitará un poco más o un poco menos, así como del tamaño de los huevos, por eso hay que ir comprobando cuando ya nos vaya quedando menos harina. Pero casi os puedo asegurar que con las cantidades que os doy van a salir bien.
Dejamos reposar la masa una o dos horas. A continuación nos mojamos las manos con un poco de aceite y vamos tomando pequeñas porciones que iremos dando la forma que se ve en la foto. El tamaño os lo dejo a vuestro gusto, yo no suelo hacerlos muy grandes, de esta forma a la hora de comerlos no apetece uno tan grande.
En una sartén honda ponemos bastante aceite de girasol, me gusta con este aceite, pero se pueden hacer con aceite de oliva. Los huesillos han de nadar en el aciet, más bien flotar. Cuando el aceite esté caliente vamos echándolos en tandas pequeñas, para que tengan espacio y se hagan bien por todos lados. El huesillo se abrirá por sí solo, es la seña de identidad de que está bien la masa.
Una vez estén dorados por todas partes los sacamos a una fuente con papel absorbente para que suelten el exceso de grasa.
Dejar enfriar y guardar en una bolsa apta para uso alimentario, de esta forma se mantendrán por mucho más tiempo tiernos, pero hay que dejar que se enfríen bien.
Hay quien les gusta poner los huesillos con azúcar o con azúcar glas, a mi personalmente me gustan así, tal y como salen de la sartén.