Esta receta se la dedico a mi amigo Roberto, es un fan de las manitas de cordero rebozadas, y como experto que es, dice que las mías son las mejores que ha comido. La verdad es que están muy buenas, pero creo que es para que me tenga contenta y se las haga más veces. En primer lugar decir que siempre que se compren productos de casquería ha de ser en una que sea realmente buena, limpia y que sea de calidad y muy fresco todo lo que tenga en el mostrador para vender, hay que huir de las que no tengan estas características. Las manitas de cordero son fáciles de hacer y estoy segura que simplemente viendo las fotos con el paso a paso, sin explicaciones, se sabe cómo se han de hacer, pero las explicaciones son necesarias.
Ingredientes:
12 manitas de cordero deshuesadas (que se convierten en 24, ya que van partidas)
1 cebolla
Una cucharada pequeña de granos de pimienta negra
Laurel
Perejil
Sal
Huevos
Harina
Aceite de oliva virgen extra
Como podéis observar las manitas son limpias, muy blancas, dan gusto de ver y esto hace que apetezca comprarlas.
Las manitas las deshuesa el carnicero, sólo la parte superior, ellos saben cómo hacerlo.
Las lavamos bajo el chorro de agua fría y las ponemos en una olla a presión, así se hacen antes, en menos tiempo. Incorporamos todas las especias y cubrimos con agua.
Dejamos cocer por una media hora, aproximadamente, a fuego medio, que no cueza muy fuerte. Se comprueba si están tiernas y se escurren. A continuación las ponemos sobre papel absorbente y las secamos para quitar toda la humedad, de esta forma al freírlas no tienen agua y no salta el aceite.
Tenemos un par de huevos batidos en un plato, así como harina en una bolsa apta para la alimentación y la sartén con el aceite, que ha de ser en abundancia para que se frían mejor. Pasamos una tanda de las manitas primero por la harina, las sacudimos un poco, al estar en la bolsa va a tomar solo la harina necesaria, las sacamos agitandolas ligeramente para quitar el exceso de harina y las vamos pasando por el huevo.
Las vamos friendo, que no sean en grandes cantidades, para que se hagan mejor. Una vez doradas por un lado se les da la vuelta para que se hagan por el otro lado.
Las pasamos a un plato con papel absorbente para quitarles el exceso de aceite.
Y listas para comer. Se tienen que servir según se hagan, porque es cuando más ricas están.