Este plato bien puede ser un aperitivo o un segundo plato, si se acompaña con una guarnición, ya sea ensalada, patatas fritas, arroz, … Para aquellos que no les guste la cebolla se puede hacer sin ella, pero lo mejor es retirarla a la hora de comer las salchichas, y es que el sabor que le aporta la cebolla da un toque a este plato. Obviamente a los que les encanta la cebolla, como a mí, lo vais a disfrutar.
Ingredientes:
500 g de salchichas frescas
1 cebolla
1 botellín de cerveza
Aceite de oliva virgen extra
Primero vamos a hacer que las salchichas sean de porción. Para ello, con cordel de cocina, vamos a ir dividiendo una salchicha en tres partes. Podéis ver en la foto cómo hacerlo.
Cortamos en juliana fina la cebolla, ponemos unas tres o cuatro cucharadas de aceite y añadimos la cebolla una vez esté caliente. Echamos un poquito de sal e iremos rehogando la cebolla cada poquito tiempo y a temperatura medio-baja, tapamos la sartén para que su propio vapor las vaya cocinando.
Os voy a aconsejar que veáis este consejo para que así no utilicéis más aceite y la cebolla os quede perfecta, ver consejo Pochar Cebolla con menos Aceite. Podéis ver en la foto cómo ha quedado de bien. Una vez hecha, como unos 20 a 25 minutos, la reservamos.
En la misma sartén ponemos las salchichas, sin aceite, ya ellas mismas tienen la suficiente para irse dorando.
Cuando estén doradas añadimos la cerveza. Tapamos y dejamos cocer hasta que se haya evaporado la mitad. Luego las destapamos.
Las sacamos para quitarles el cordel y las volvemos a poner en la sartén.
Y cuando quede un poquito incorporamos la cebolla para que se mezclen ambos ingredientes.
Listas para comerlas, para disfrutarlas con una cerveza o un buen vino, y si es en compañía mucho mejor.